lunes, 16 de julio de 2012

Infancia.

Infancia, bella palabra,
que dicha es el contemplarte,
el deseo de admirarte,
antes de salir el alba.

Cuando das primeros pasos
y hablar no sabes aún,
poco a poco sin retrasos,
con más niños como tú.

Y ya ves que vas creciendo
y las cosas van cambiando
tú sientes que estás perdiendo,
lo que no andabas buscando.

Lo que vino siempre solo
y así se acabó marchando.

Eso que llaman infancia,
añorada cuando creces,
cuando ya hay poca distancia
para el camino de muerte.

Así que no la desperdicies
disfruta de cada instante,
cada juguete, pasaje,
que nos hizo ser felicies.

No la pierdas,
es tu infancia
eso más no se permite.

Realidades.

El mundo es como una caja de sorpresas. Nunca sabes lo que te vas a encontrar. Es como un pequeño laberinto en el que sabes como entrás pero no como vas a salir. Es un camino cruzado de puertas en el que cada puerta es una posibilidad distinta, un lugar distinto, una persona distinta, un miedo distinto. Es una inmensa variedad de posibilidad que se presentan a lo largo del camino y que tienes que elegir cual coger, porque lo que no cojas tú, ya lo cogerá otro. El mundo son millones de kilómetros que conectan a millones de personas mediante un mismo cielo. Realmente nadie sabe por qué está en el mundo, si realmente estás aquí, o realmente no. Si fuera hay vida, o no la hay. Si estamos solo o acompañados. Pero nadie se preocupa por los verdaderos problemas del mundo. Ni el hambre, ni el dolor, ni la guerra le importan a nadie. Por supuesto es mucho más importante llegar a la Luna. Es más importante cualquier tema supérfluo a que millones de niños mueran al año. Y esa es la sociedad en la que vivimos.
Estafamos y nos estafan; Mentimos y nos mienten; engañamos y nos engañan; Pero nos resignamos, asentimos y nos callamos. Que pena ¿no?
Al fin y al cabo, es verdad que formamos parte de su juego.