viernes, 27 de abril de 2012

El tiempo del amor.


Si pudiera tener algún poder, aunque solo fuese uno, por unos instantes, unos segundos, durante un tiempo, pediría sin dudar poder controlar. ¿Para qué? Para poder pararlo justo en el instante en el que tus ojos se cruzan con los míos y se quedan clavados en mi pupila. Detener el tiempo en el que acaricias mis labios con tus finos dedos mientras que dices que me quieres una y otra vez. Detener el momento en el que mis labios y los tuyos se juntan fundiéndose en un largo beso que podría confundirse con el más majestuoso de los abrazos. Detener el momento en que me hablas sin hablarme, me miras sin mirarme y me besas sin besarme. Detener el momento en el que tus brazos se enlazan con mi cuerpo y fundimos sentimientos en un abrazo que duraría años. Detendría el tiempo en cada uno de los momentos en los que me apartabas el pelo de la cara, hacías bromas con mis mofletes y volvías para darme un beso en la frente. Detener el momento en los que me acurrucabas a tu lado y me hacías sentir la mejor persona del mundo. Detener el momento en el que me protegías con una simple mirada. Detener el momento en el que sabía que estabas siempre ahí conmigo. Me encantaría poder detener cada uno de esos momentos para que nunca se acaben.
Parar todos y cada unos de los relojes del mundo y que solo quedásemos tu y yo, por siempre y para siempre.
Controlaría el tiempo solo para verte conmigo aquí y siempre.
Controlaría el tiempo porque realmente te quiero.
Nunca lo olvides.

Poema. De Poemas a Dario.

Me enamoré de tu risa
de tu manera de ser.
Me enamoré de la brisa,
que nos vio crecer.
Me enamoré de tus manos
enlazadas en las mías,
recordando en vano
lo que siempre me decías.
Recordaré tus palabras
susurradas a mi oído,
recordaré las baladas,
que cantamos como amigos.
Recordaré tus caricias,
mientras la luna miraba,
y las estrellas nos decían,
que de ello se enamoraban.
Y aunque lo que quiero es olvidar,
olvidar cada momento,
cada momento cambiar,
sé que no podré olvidarlo,
porque por muy lejos que llegues,
mi corazón lo ha vivido
por muy mucho que me cueste,
yo siempre iré contigo.

jueves, 19 de abril de 2012

Miedos.

Tuviste miedo de perderte. Tuviste miedo de equivocarte. Tuviste miedo cuando diste tu primer beso. Tuviste miedo con tu primer cigarro. Tuviste miedo con tu primer suspenso. Tuviste miedo con tu primera pareja. Tuviste miedo con tu primera vez. Tuviste miedo con tu primer coche. Tuviste miedo con tu primera pelea. Tuviste miedo con tu primera actuación.
Tuviste miedo con tu primer todo, pero lo superaste. Avanza día a día con miedos, para que llegue el día en el que los hallas vencido todos.

Luchar.

Luchar cada día.
Cada noche.
Cada año.
Luchar. Luchar. Luchar y más luchar.
Desde le principio de los tiempos luchamos por defender lo nuestro, por defender tu sitio. Por vivir. Luchamos desde que nacemos. Luchamos al nacer. Luchamos al crecer. Y dejamos la lucha a otros al morir. Luchamos por el amor, por la vida. Luchábamos por conquistar tierras, luchábamos por ser los mejores y hoy aun luchamos por eso. Luchamos por hecho de la superación personal. Luchamos por ganar. Luchamos solo y simplemente por sobrevivir o incluso por vivir.
Luchamos solos. Con luchas internas, para saber quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos, qué es lo correcto y qué no. Luchamos con gente. Por nuestros derechos, por nuestros principios, por nosotros; y por otros. Luchamos por dejar algo por lo que luchar.
Perdemos batallas, pero ganamos guerras. Y muchos se quedan a mitad de camino, otros por miedo ni si quiera lo empiezan y otros lo celebran en la cumbre de la Victoria.
Pero si no luchamos no somos nada. Nacimos para luchar, vivimos luchando y morimos por haber luchado.
No pierdas jamás las ganas de luchar, porque entonces lo habrás perdido todo.

Historias.

Hay historias que salen bien, historias que salen mal. Historias largas, historias cortas. Historias que salen, historias que no salen. Historias que son como la nuestra, que son pero no son. Que no se ven, pero se nota, que no está, pero aparece. Que se escucha y no se oye. Que disfruta y no está.
Historias como la nuestra, que no es historia, pero tiene mil palabras por hojas, mil hojas por libro e infinitos volúmenes colocados en cada una de las estrellas del universo.
Esa es nuestra historia.

viernes, 6 de abril de 2012

Crecer.

Y ¿qué más da lo que pensemos hoy si ese sentimiento morirá mañana?
Porque siempre pasa igual, vivimos por algo, sin saber exactamente el qué, porque nuestra ambición cambia cuando cambia nuestro espíritu y muer cuando muere nuestra alma. Y dará igual lo que vivas, que cambiaras de ambición, pues uno no nace sabiendo, pero si nace amando, y amar es nacer, es crecer naciendo, es amar, es una ambición por la que se puede creer, y es vivir creyendo en algo, y es esa ambición de jugar la que nos hace chillar cuando chicos, es la ambición de crecer la que nos empuja a madurar, es esa ambición la que vive, pero esa ambición cambia y entonces cambiamos nosotros, porque quieres crecer, quieres volver a los años en los que jugabas correteando y quieres que todo retorne y entonces regresas a un bucle que da vueltas mientras tú giras en el centro. Y esas ambiciones cambian cuando cambia nuestra vida cambia cuando cambiamos nosotros. Pero, ¿está realmente en nuestras manos el cambiar?
Pues recuérdalo siempre, es obligatorio crecer pero no madurar.