miércoles, 28 de marzo de 2012

Amistad.

La profundidad del mar.
El olor del azahar.
El último rayo de Sol.
Y silencio. Silencio. Silencio exterior. Silencio interior. Solo silencio. Silencio intranquilo. Silencio incomodo. Silencio silencioso.
Y luz. Luz que alumbra un camino oscuro. Luz que da vida donde hay muerte. Luz que resplandece entre la oscuridad. Luz que te mima. Luz que te busca. Luz que te acompaña. Luz que es luz. Luz luminosa.
Y sí es así. Es ese momento en el que estas peor que nunca, en el que los minutos se hacen horas, en el que solo te apetece llorar, en el que ves los colores más apagados, en el que sea lo que sea no te va a poner bien. Ese silencio interior que nos abruma mientras millones de pensamiento inundan nuestra cabeza como un tsunami . En ese momento en el que necesitas que algo te saque de ese pozo sin fondo y ahí esta. Esa luz que te ayuda, que te ilumina, que te hace ver las cosas de otra forma, esa luz, ese amigo que nunca te falló, esa persona en la que confías, a la que quieres y que sabes que no te hará daño. Esa luz que es difícil de encontrar pero que si la encuentras tendrás un tesoro. Esa persona que te conoce mejor que tu mismo, que observa cada paso tuyo y que sabe cuales son tus sentimientos. Esa persona que sabes que si te caes te cogerá.
Esa luz que ilumina tu camino cuando vas a oscuras.
Esa persona. Ese amigo. Ese hermano.
Yo tengo la gran suerte de contar con una de esas personas en mi vida.
Espero que vosotros tengáis la misma suerte.
Hoy, a esa persona, le doy las gracias.

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