domingo, 29 de enero de 2012

Estoy irracionalmente loca.

Sí, estoy irracionalmente loca, loca de amor, de pasión, de locura misma. Y es que me da igual, me encanta, amo estar loca, no hay nada más original y divertido, nada más apasionado, nada más increíble, nada, como estar loca. Y sí hay muchos tipos de locura, la mía es la sana, la verdadera. Porque hoy por hoy todo me da igual, ¿qué por qué?  Para qué me voy a tomar la vida en serio si de todas formas no saldré viva de ella. Y sí, aunque este loca, también sé estar locamente enamorada, pero qué más da, el amor tan solo da amor, no conseguiré nada más con eso, al menos no hoy. Estoy loca porque me gusta estarlo, porque me divierte, hacer tonterías como si tuviese dos años, realmente puede que los tenga, salir a correr por la calle cuando llueve, cantar a viva voz este donde este, aplaudir cuando no se debe, hablar cuando no se debe, hacer todo cuando no se debe, porque no es rebeldía, bueno un poco sí, es libertad, es pasión, es saber, es intentar, es comprender, es soñar, es comprenderlo todo desde otro punto de vista, es ver la vida un poco borracha, es compartir cada momento con todos dándote igual absolutamente todo, porque todo me da igual, porque todo es una locura, porque yo estoy loca. Y la locura es contagiosa, es como una gripe una epidemia, con síntomas claros, risas, locuras y desvergüenza, ¿problema? pues que no tiene cura, pero tranquilo que si te infectas será lo mejor que te ha pasado en la vida.
Porque sí, estoy loca, pero eso es lo que me encanta.

jueves, 26 de enero de 2012

Es la tercera vez que borro lo mismo para volverlo a escribir, y aunque sé que lo que quiero escribir no es esto, emborrono de nuevo la misma página intentando buscar otra fuente de inspiración. Llevo ya varios días, casi un mes, sin escribir solo y simplemente porque me prometí que no me llevaba a nada, pero aquí estoy otra vez escribiendo supongo que porque lo necesitaba. Las ideas se amontonan en mi cabeza como una concentración de estrellas en la galaxia y no puedo pensar, lo único que me apetece es tumbarme en la cama, estar tranquila, sin escuchar nada más que el silencio. Claro, oculto, dañado por los pensamientos de todos los que un día marcaron su vida mientras él rondaba tan sigiloso como siempre. Silencio, acogedor de todos mis pensamiento tirados a la deriva, de todos mis versos que nunca escribí, de todas las noches que pasé llorando. Silencio, mi querido y fiel amigo que no me abandona, el que escuchó todas mis palabras mientras aporreaba con fuerza a una almohada, el que sabía entenderme sin ni si quiera hablarme, aquel, que sin decir nada lo decía todo, mi fiel amigo el silencio. Silencio, que se dice sin hablar, que significa todo, significa silencio, que incluso sin percibirlo se nota, que incluso sin quererlo se siente, que cuando lo pides lo tienes, que guarda todo. Y aquí estoy hoy, sentada en la cama de mi cuarto mientras que no escucho nada, absolutamente nada más que el sonido fructuoso que hacen las teclas del ordenador al chocar y silencio, silencio, solo y únicamente, silencio.