lunes, 12 de marzo de 2012

Que de ilusiones no se vive, per sí se sobrevive.

Despierto. Despierto en un mundo de horror y desamparo. De gente que camina sola, sin ninguna compañía más que la electrónica, sin nada a lo que amar, sin nada a lo que aferrarse cuando sienten, sin sentir si quiera. Despierto en un mundo de guerra, en un mundo en el que la iglesia esta hecha de mármol y oro y niños en países subdesarrollados, en los que tener un simple trozo de pan que llevarse a la boca día a día es un mérito. En los que políticos gobiernan haciendo lo mejor para el país, que cada vez va a pero. Despierto en un mundo en el que ni siquiera sé si tendré un futuro del que comer. Despierto en un mundo en crisis, no solo económica, sino moral, social, sentida. Despierto en un mundo envuelto en el terror. Y duermo. Vuelvo a dormir. Vuelvo a cerrar mis párpados para no ver más dolor. Y allí estoy yo, en mi mundo, que no existe, pero que a mi me hace feliz. Un mundo en el que no hay miedo al que dirán, en el que hay al menos comida equitativa, un mundo en el que hay justicia. Sí, porque el mundo en el que vivimos no es justo, ni equitativo, ni suficiente para mucho. Y yo sé que de ilusiones no se vive, pero de que creen ustedes que se levantan los niños de África cada día si no es con la ilusión de que algo cambie, de que llegue de nuevo ese al que hacían llamar mesías, Jesús, Cristo. De qué creen que viven las personas que con el sueldo mínimo tienen que mantener a dos hijos. De qué creen que viven los niños pequeños a los que no hay más capricho que un regalo barato en su cumpleaños si no fuese de los reyes magos.
Piensen que si no nos ilusionásemos no viviríamos, no lucharíamos, no seríamos nada.
Hoy, tú, que lees esto, con tu sueldo base, que te da para el fin de mes y poco más, tú, siéntete orgulloso, pues tú eres grande, porque no es más rico quien más tiene si no quien menos necesita.
Que de ilusiones no se vive, pero sí se sobrevive.

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