viernes, 6 de abril de 2012

Crecer.

Y ¿qué más da lo que pensemos hoy si ese sentimiento morirá mañana?
Porque siempre pasa igual, vivimos por algo, sin saber exactamente el qué, porque nuestra ambición cambia cuando cambia nuestro espíritu y muer cuando muere nuestra alma. Y dará igual lo que vivas, que cambiaras de ambición, pues uno no nace sabiendo, pero si nace amando, y amar es nacer, es crecer naciendo, es amar, es una ambición por la que se puede creer, y es vivir creyendo en algo, y es esa ambición de jugar la que nos hace chillar cuando chicos, es la ambición de crecer la que nos empuja a madurar, es esa ambición la que vive, pero esa ambición cambia y entonces cambiamos nosotros, porque quieres crecer, quieres volver a los años en los que jugabas correteando y quieres que todo retorne y entonces regresas a un bucle que da vueltas mientras tú giras en el centro. Y esas ambiciones cambian cuando cambia nuestra vida cambia cuando cambiamos nosotros. Pero, ¿está realmente en nuestras manos el cambiar?
Pues recuérdalo siempre, es obligatorio crecer pero no madurar.

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