miércoles, 16 de marzo de 2016

Improviso 16.

A veces, imagino mi vida sentada al borde de un acantilado. Con las olas chocando en la roca y las gotas salpicando mis pies desnudos.
Tengo frío. En mi acantilado siempre hace frío.
 No distingo la diferencia entre el mar y el cielo. El horizonte perfecto me hace creer en una inmensidad infinita.
Me muevo en un vaivén incesante. El viento golpea mi cara y cierro los ojos. Huele a aire fresco. Escucho el susurro violento del mar. Podría escuchar los millones de pensamientos de todos aquellos que, en su propio acantilado, han susurrado gritos al viento.
Yo no hablo.
Sigo teniendo frío.
 ¿Por qué tengo frío?
 El agua sigue salpicando mis pies desnudos, como si tratara llamar mi atención.
“Soy libre" pienso. Y sonrío. Soy libre y continúo balanceándome sentada al borde del abismo. El viento me empuja al vacío.
Me tambaleo.
No me da miedo caer hacia mi acantilado, pocas sensaciones me hacen sentir más viva.
El mar susurra: “baila"
Y entonces, improviso.

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