miércoles, 30 de diciembre de 2015

Granadas 14

La vida nos ha cambiado mucho.

Me ha cambiado mucho.

Te ha cambiado mucho.

Reconozco que me moría de miedo al verte sonreír sabiendo que ya no era por mí. Que te ponías guapo y no era precisamente para verme. Me daba miedo pensar que otra te estaba haciendo feliz y yo, sin embargo, solo tenía un millón de recuerdos que ofrecerte encerrados en mi pequeña caja cristal. Solo podía darte fragilidad y nunca podría ofrecerte la estabilidad que ella estaba ofreciéndote. Era una persona irracionalmente loca, y con pocas ganas de cambiar. No podría darte siempre felicidad, pues tenía tantos días malos que incluso daba hasta miedo. No podría darte amor siempre porque había días que vivía en guerra mundial conmigo misma. Y es el problema que tenemos las personas que somos como granadas, que cuando explotamos solo salpicamos a todos aquellos que tenemos alrededor.

Y acabó salpicándote toda esta mierda que traté de esconder tras sonrisas que enmascaraban el dolor punzante que quedaba en mi pequeño corazón cada vez que te ibas. Porque me asustaba la idea de que me dejases sola ante mi misma y ahora mírame. Todavía me pregunto como pude creer que ibas a ser capaz de quedarte. Cómo creí yo que iba a ser capaz de cuidarte. Si tú siempre me diste mucho más de lo que yo podía devolverte.
Y al final pasó lo de siempre.

Te fuiste y me dejaste sola, en mi naufragio, y contra mis miedos.
Pero no te culpo, a mí lado, nunca podrías haber sido feliz.


Mucha suerte. 

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